Después de todos los obstáculos, desventuras y demás inconvenientes, por fin me encontraba en la línea de salida de la maratón de Barcelona. Llegaba a Barcelona a eso de las siete de la mañana acompañado por mi hermano Robert. Cafelito para ir entrando en calor y salimos hacia la 'Font Màgica', punto de encuentro con el resto de compañeros del Club Atletismo Sant Andreu de la Barca. Allí hacemos las fotos pertinentes, saludos y comentarios de última hora, y hacia las ocho y diez de la mañana ya estábamos cambiados y a punto para irnos a los cajones de salida, después de un breve trote a modo de calentamiento.
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foto con los compis del club |
A las ocho en punto se daba la salida, y mi entención era salir pegado a las liebres de las 2h45', pero de seguida me di cuenta de que el ritmo que llevaban era más rápido del que a priori debían llevar. Iban a 3'51'' más o menos y ese ritmo acabaría minando mis opciones de bajar de las 2h50'. Así que decidí no volverme loco y marcarme un ritmo algo más asequible, en torno a los 3'55''-3'54''. De esta manera pasaba el kilómetro diez en unos magníficos 38'57'' y con buenas sensaciones. En el kilómetro 12,5 me esperaba mi amigo Aureli para darme el primero de los avituayamientos 'personalizados', y como un reloj pasé por ese punto dentro del margen de tiempo predeterminado. Kilómetro a kilómetro, me planté en la media maratón con un tiempo de 1h22'37'', momento en el que mi hermano Robert me esperaba junto a mi padre para soltarme el segundo avituayamiento. Ya en el kilómetro 19 se había unido a mí mi gran amigo Óscar Rodríguez, quien me acompañaría y me marcaría el ritmo hasta la meta. Al paso del kilómetro 22, Aureli volvía a estar presente para animar de nuevo y preparado con su cámara de fotos.
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Pasando el km. 22, junto a Óscar Rodríguez |
Los kilómetros iban pasando y las sensaciones seguían siendo buenas, pero hacia el kilómetro 23 las molestias de la rodilla empezaron a manifestarse. No quise hacerles caso y me propuse ir a lo mío, concentrarme en la carrera. Óscar clavaba los kilómetros como un auténtico reloj suizo. Así nos plantamos en el kilómetro 31 donde Aureli y mi hermano me esperaban para darme el tercer y último avituayamiento. A esa altura de la carrera empecé a notar que algo estaba cambiando en mis piernas. Había pasado el kilómetro 30 en 1h58'05 y un amago de rampa en el bíceps femoral me hizo saber que el tramo final de carrera se iba a complicar. En esos momentos le dije a Óscar: 'ahora acaba de empezar la maratón'. Sin duda, las piernas ya no iban cómodas, se estaban poniendo pesadas y el ritmo ya no era fluído como un par de kilómetros antes. Con esa sensación pasé el kilómetros 35 en 2h18'19'', consciente de que iba perdiendo segundos y que las piernas no eran capaces ya de remediarlo. A esas alturas el sufrimiento era ya manifiesto y sólo las ganas y el orgullo tiraban de mí hacia el final. Óscar me animaba constantemente. Al paso por el kilómetro 37 mi hermano y Aureli volvían a estar presentes para darme un último empujón anímico.
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Al paso por el kilómetro 37 |
Dos amagos de rampas más, hacían aminorar el ritmo y dar las zancadas más cortas. Había que apretar los dientes como fuera y sufrir lo indecible hasta el final, hasta que en el kilómetro 40, a punto de entrar en la subida de dos kilómetros en la Avinguda del Paral.lel, una rampa me dejó la pierna más tiesa que un garrote. Tuve que parar irremediablemente porque era incapaz de dar un sólo paso. Estiré durante unos segundos, breve masaje de urgencia y para arriba. Soltando todo lo que quedaba y más llegué a la recta de meta con el arco de llegada al fondo. Cerré los ojos y me empapé de la emoción de los 195 metros finales, cruzando la meta en 2h48'31''. Por fin conseguía atravesar la línea de meta de en una maratón, tres años después, y quitarme la espinita de Sevilla.
Al llegar allí me esperaban mi hermano, mi padre, Aureli y Paco, para hacer de mi pequeño triunfo personal una gran victoria y una experiencia inolvidable. Por eso desde aquí les doy las gracias de nuevo, así como a Óscar por haber controlado mis impulsos en los momentos en los que tocaba retener...
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Con Óscar (aunque en su dorsal ponga Albert) al llegar a meta |
Después de esto me reuní de nuevo con los compis del club, quienes tuvieron suertes distintas. A algunos la maratón les jugó una mala pasada y vivieron la parte amarga de esta dura prueba. Desde aquí un fuerte abrazo para ellos. A los que consiguieron sus objetivos, mi enhorabuena, y a los que animaron detrás de las vallas, un 'chapó' enorme, vaya pedazo de club tenemos, quizás no porque seamos unos fenómenos del atletismo, pero sí unas formidables personas y una gran familia.
Nada más, aquí se cierra una etapa, esperemos abrir otra dentro de unos días, ahora, con vuestro permiso, me retiro a descansar, mi cuerpo y mi mente lo necesitan. Un fuerte abrazo a tod@s!!!!!!!!